Por Jorge Carriles:
Para algunas organizaciones las cosas no se dan fácil. La utilería de juego no es nueva y se compra a otras que la tienen casi en desecho. Los entrenadores (que además constituyen ellos mismos “la directiva”), tienen que hacer infinidad de sacrificios. Los fondos vienen del bolsillo del coach y de las “coperachas” que organizan los jugadores. El campo de entrenamiento es un terreno baldío. Los jóvenes trabajan para vivir y juegan para su esparcimiento. En México hay muchos “Bodega” Espino Lima y “Chapis” Silva que, aunque modestamente, se desviven por sus jugadores.
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