Por Jorge Carrilles
El hombre se halla sometido en todos sus planos a nuestro más celoso examen, pero se nos sigue escabullendo de la red en que pretendemos atraparlo. Es demasiado complejo para encerrarlo en un solo molde, demasiado diverso para una simple definición. Amalgama de contradicciones desconcertantes, es realmente orgullo, escándalo y enigma del universo. Un problema, sin embargo, más que ninguno otro, ha intrigado a través de los siglos a los exploradores del reino del hombre: la extraña duplicidad de su naturaleza. La parte física y una parte más sutil, esencia de su ser, que algunos creen perdurable tras la desaparición del cuerpo. A sus diversos aspectos se han aplicado variados nombres: “mente”, “voluntad”, “alma”, “espíritu”. El hombre parece estar formado por dos seres: el material y su contrapartida inmaterial.
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