viernes, 22 de agosto de 2008

Reflexión número 77

Por Jorge Carriles

También podemos decir que cualquier juego puede absorber por completo en cualquier momento al jugador, de manera que el juego “en broma” y el juego “en serio” representan sus límites inferior y superior respectivamente. Cuando se practica recurrentemente se convierte en parte de la vida misma, la adorna y la complementa. Por su valor expresivo y por los nexos espirituales y sociales que genera se convierte en una función cultural. El juego en sus formas superiores, cuando significa o celebra algo, pertenece a la esfera del culto y de lo sagrado. Se asienta como forma cultural cuando es transmitido por tradición y puede repetirse en cualquier momento.
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